LA NACIÓN

ROMA.- Como si no alcanzara con el mar de fondo que se creó con la revelación del “corazón roto” de Benedicto con la decisión de Francisco de limitar al máximo el uso de la misa en latín, Georg Ganswein, secretario privado del papa emérito, echó hoy más leña al fuego.

Justo en el día del funeral solemne de Benedicto, en el anticipo de un libro autobiográfico que saldrá a la venta la semana próxima, titulado Nada más que la verdad, mi vida al lado de Benedicto XVI, Ganswein contó detalles de cuando, en enero de 2020, el papa Francisco le pidió que se tomara una licencia de su rol de jefe de la Prefectura de la Casa Pontificia.

“Me quedé shockeado y sin palabras”, escribió el arzobispo alemán, que lamentó el hecho de haberse visto degradado a un “prefecto a medias”.

En esta obra, que saldrá a la venta la semana próxima, publicada por la editorial Mondadori, también se habla de una carta que se le escribió a Francisco para que cambiara de opinión, sin éxito.

Críticas

El anticipo, salido justo el día del último adiós a Benedicto, cayó como una bomba. “¿Pero don Georg ha enloquecido? Sabía que era muy crítico del papa Francisco, pero no me imaginaba que pudiera llegar al punto de desahogar su rabia reprimida durante años de este modo con el cuerpo de Benedicto XVI aún caliente”, comentó a LA NACION un monseñor. “Si pienso en la bondad y humildad de Ratzinger, con esto don Georg le hace mal al papa Francisco, pero, sobre todo, le hace daño a la memoria de Benedicto”, agregó, sin ocultar su amargura.

Ya había causado mucho ruido, ayer, la revelación de Ganswein de que a Benedicto se le “rompió el corazón” cuando en julio de 2021 el papa Francisco hizo marcha atrás con una reforma suya y limitó al máximo el uso de la antigua misa en latín, en una entrevista al diario católico alemán Die Tagespost. Allí hizo saber, en efecto que el motu proprio “Traditionis Custodis” de Francisco, del 16 de julio de 2021, “golpeó muy duramente” al pontífice emerérito: “pienso que rompió el corazón de papa Benedicto”, dijo Ganswein. Con ese documento, Francisco abrogó el motu proprio “Summorum Pontificum” con el que Benedicto XVI, en 2007, había rehabilitado la misa con el viejo rito en latín, creado por San Pío V después del Concilio de Trento (1542-1563) y aggiornado por Juan XXIII en 1962. Una movida que había representado un duro golpe para los sectores más tradicionalistas.

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