Naftalí Bennett, primer ministro de Israel; y Vladimir Putin, presidente de Rusia.
Kobi Gideon

Análisis. A pesar de los intentos de que Rusia presione para detener los ataques israelíes, desde Jerusalem dejaron claro que no habrá cambios en su política contra las fuerzas pro iraníes.

El lunes, en un lapso de tres horas, se produjeron dos importantes incidentes de seguridad relacionados con Irán. El primero fue un ataque atribuido a Israel en las afueras de Damasco contra posiciones de Hezbollah. Y el otro fue un misil balístico disparado a Abu Dhabi por rebeldes hutíes de Yemen, respaldados por Irán, durante una visita del presidente israelí Isaac Herzog a la capital de los Emiratos Árabes Unidos.

El ataque en Siria se produjo poco más de una semana después de que fuerzas aéreas rusas y sirias realizaron un sobrevuelo conjunto sobre los Altos del Golán, a lo largo de la frontera con Israel. Algunos consideran que esta maniobra indica la insatisfacción del Kremlin con los crecientes ataques israelíes contra su vecino del noreste.

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