Por: Ing. Félix Pineda Balaguera

  • He llegado a la conclusión, que mirar el pasado es positivo, en la medida que tal mirada retrospectiva enseñe, oriente para no volver a cometer los errores del ayer.

Me remito al Proyecto de aprovechamiento del Río Guachaca como fuente de abastecimiento de agua potable para la ciudad de Santa Marta y localidades anexas.

Proceso que se inició en 1993 (hace 30 años) y que se extendieron los esfuerzos de las administraciones distritales durante varios años. Se unieron en ese propósito, tres (3) alcaldes, uno tras de otro, distantes políticamente, pero cosa extraña, se unieron en sus respectivas administraciones, durante cuatro (4) años seguidos para sacar adelante este proyecto. Sus nombres: Hugo Alberto Gnecco Arregoces, José Franciso Zuñiga Riascos y Edgardo Plutarco Vives Campo, lo intentaron, a fe que lo intentaron. Fracasaron.

Desde un mismo comienzo, se presentaron   dificultades, disputas por las contrataciones en el diseño del proyecto, llevadas a los estrados judiciales del más alto nivel, posteriormente al contrato de ejecución de la obra, se acrecentaron las demandas, los abogados aparecieron, con razones jurídicas de peso (tengo entendido) lograron que el contrato de construcción que se adjudicó a finales del año 1995 ( hace 28 años) fuese declarado nulo.

Esos temas, son de otro resorte, no opino sobre el particular, ya que no soy abogado.

Mi perspectiva se dirige a que perdimos tres décadas, que mi ciudad perdió treinta años. Infiero, con cierto conocimiento que si Santa Marta, hubiese concretado este proyecto del Río Guachaca, con un mil quinientos litros por segundo (1.500 lps), mi ciudad en estos momentos, hoy, sería un referente nacional del Buen Vivir, de crecimiento económico y social extraordinario. 2023, a dos años y unos meses de celebrar el quingentésimo aniversario de fundada, de seguro que si en ese entonces , hubiéramos actuado como correspondía, nuestra ciudad estaría inscrita en un círculo virtuoso de realizaciones positivas, reacciones en cadena de suficiente suministro de agua potable con una cultura ciudadana del cuidado del preciado líquido, los sistemas de alcantarillado sanitario y pluvial operando eficientemente, que propiciaron que la industria sin chimeneas, compatible con el medio ambiente, el turismo, se desarrollara en espiral ascendente de progreso, la majestuosa Sierra Nevada de Santa Marta en esas tres (3) décadas recibiendo un cuidado especial en su biodiversidad y la recuperación ambiental de sus cuencas hidrográficas. Perdimos tres (3) décadas.

He conversado con empresarios del turismo y últimamente con jóvenes universitarios alrededor de este tema, en un proceso propositivo, optimista, que concibe formar un frente común, sin diferencias de ninguna clase, de nada que nos separe a los samarios, que convoque a la unión alrededor de proyectos de solución a las problemáticas planteadas. He hallado un ambiente favorable y por ello me animo a continuarlo, denodadamente seguir insistiendo como lo he venido haciendo sin tregua desde hace largos años.

 Resalto, además en este escrito, que he captado en tales diálogos el alto grado de desconocimiento sobre el malogrado proyecto del Río Guachaca, algunos, como los empresarios y los jóvenes universitarios. La historia enseña, no la podemos desdeñar y por ello les he explicado al respecto. Por lo anterior, consideré oportuno que en estas notas esbocé algunas líneas sobre el proyecto denominado Estudio de diseño de aprovechamiento del Río Guachaca como fuente de abastecimiento del sistema de acueducto de Santa Marta y localidades anexas. Estudio realizado por la firma Angel & Rodríguez – Inesco Ltda , que inició el 1º de junio de 1993 y finalizó el 1º de agosto del año siguiente (1994) y se entregó a satisfacción a la alcaldía de Santa Marta a finales de ese mismo año – anexo copia de la certificación de entrega con la firma del alcalde en ese entonces y el interventor, el ingeniero Agustín Calderón Serrada – .

Destaco, que el ingeniero Agustín Calderón Serrada, era una autoridad reconocida en la materia a nivel nacional  y fue el interventor de este diseño. Estudio que costó la suma de setecientos veinticinco millones de pesos ($725.000.000). Era una solución con un horizonte de treinta (30) años, hasta el año 2020 (3 años atrás del presente), proyecto que se ejecutaría en  dos etapas, la primera de un mil litros por segundo (1000 lps) y la segunda etapa se construiría diez (10) años después  con una capacidad o caudal de quinientos litros por segundo (500 lps). Inversión total del proyecto en su ejecución: Cuarenta y cinco mil millones de pesos ( $45.000.000.000).

Mi interrogante, desde ese entonces, que formulé en distintas ocasiones y en distintos escenarios: ¿ Hubieron reparos de tipo técnico al estudio  de ingeniería, en los correspondientes cálculos materia del diseño ?  Repito, que el interventor del estudio , el ingeniero Agustín Calderón Serrada, era una autoridad indiscutible y hombre probo,  un profesional altamente competente y responsable. Y entonces, ¿porqué no se realizó otra licitación pública, con todo el apego a la norma contractual y se adjudicó a otro contratista ? Si alguien tiene respuesta a este interrogante agradecería altamente lo expresara.

Si alguien respondiera, qué no era posible que Santa Marta, que la alcaldía de Santa Marta pudiese adelantar un proyecto con una inversión de cuarenta y cinco mil millones de pesos ($45.000.000) para dotar de agua potable a la ciudad en un caudal de un mil quinientos litros por segundo (1.500 lps). Mis respuestas serían de este tenor:

1.-  El agua más cara es la que no se tiene.

2.- Sumemos las pérdidas económicas que ha sufrido Santa Marta, en términos de oportunidades desaprovechadas  en cuanto a inversiones en sectores turísticos y de empresas afines a este sector o de servicios o producción de bienes que generarían empleo calificado y mejoras en los distintos aspectos económicos y sociales de los samarios, pérdidas en la contabilidad de nuestro balance público,  por no haber resuelto los problemas de desabastecimiento de agua potable y alcantarillado sanitario y pluvial. Hagamos esa reflexión, pausada, sin sesgos ideológicos, sino trazados por la sana lógica de hallar consensos que generen identidad para enfrentar los retos. Hay un enorme reto, que nosotros los samarios tenemos que asumir. Unirnos.

3.- la inversión sería escalonada, cuarenta mil millones de pesos en la primera fase y diez años después la segunda etapa de quinientos litros por segundo (500 lps) con una inversión de cinco mil millones de pesos ($5.000.000.000).

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